El naufragio de un pescador wayuu





Por Ingrid Gámez

Como todos los días Germán Bouriyú Bouriyú y Javier Gómez Bouriyú salieron de la ranchería Cangrejito, ubicada a cinco minutos de Riohacha, en La Guajira colombiana, ha cumplir con su acostumbrada faena de pesca. Eso fue el martes a la 1:30 de la tarde, estaban al frente de Ballenas, cada día tienen distintas coordenadas y salen con todo el equipo que le han dado a los pescadores wayuu como Gps, salvavidas y otros elementos que pueden salvar su vida en el mar.

 Pero este día sería diferente, casi a las seis de la tarde un viento fuerte, conocido como nordeste los azotó y una ola le inundó su pequeña lancha llamada Very Good, que le regaló un compadre.

“Me vi en apuros cuando sentí que el nordeste nos pegó fuerte, la ola entró en la lancha, perdí la orientación y se hundía poco a poco la embarcación, estábamos a unas nueve millas de la orilla”, dijo.

Siempre le daba las coordenadas a su esposa Gladys a donde se iría a pescar, pero ese día no lo hizo, desprecocupado de que sería un día tranquilo como los que ha vivido. Sin embargo no fue así y en su emergencia acudió a llamarla, reconoce que ella es pieza clave para que le encuentren en tierra y logra comunicarse para que diera aviso a las autoridades y empezarán la búsqueda.

Las autoridades marítimas iniciaron su búsqueda según las coordenadas dadas por los familiares de estos dos pescadores. Mientras tanto Germán y el sobrino de su esposa, Javier permanecieron toda la noche, a la deriva; la pasaron achicando el agua que entraba a la lancha para no hundirse y perecer ahogado, no durmieron.
Indica que en esta emergencia se le ocurrió la idea de soltar pimpinas vacias, que sirvieron como flotadores y les ayudaron a que no se hundiera de un todo la lancha.Así se mantuvieron vivos contando cada minuto para su rescate.

A la mañana siguiente(el miércoles), apareció un cuñado en otra embarcación, quien fue el que los rescató y los auxilió. Allí finalizó su odisea en el mar. “Es la tercera vez que me sucede una situación parecida, pero está fue más grave”.
Los guardacostas suspendieron la búsqueda de estos pescadores wayuu, la alarma ya estaba creada y los medios de comunicación pendientes de la suerte de estos dos indígenas wayuu.

Al día siguiente  nuevamente Germán se iba a pescar pero ya no va al frente de Ballenas, se fue para El Pájaro, huyéndole al episodio amargo que tuvo en este sitio. Él debe olvidar esta situación vivida por  su familia se alimenta es de lo que pesca, sino va no come y por eso debe sobrevivir, donde ha mostrado que es un ‘lobo de mar’, un experimentado pescador artesanal que salvó su vida colocando como flotadores unas canecas plásticas, conocidas como pimpinas.

En su casa en Cangrejito, una vez que hubo mar de leva y se volteó su lancha descubrió que podía sacarla a flote  utilizando este sistema, el mismo que le salvó la vida cuando pescaba a nueve millas del mar Caribe.

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